Cierres y suspensiones en la industria automotriz

Con preocupación se conoció en estas horas la suspensión de la producción de General Motors para el 28 y 31 de agosto, y 4 días en septiembre. La explicación se concentra en la menor demanda brasileña, agravado con que el 70% del armado local tiene destino en la exportación. Imposible cubrir en el mercado interno esa producción orientada al mercado externo, por límites en la capacidad de consumo local.
Al mismo tiempo, empezaron a llegar los telegramas de preaviso a los trabajadores de Paraná Metal, también asociado a la crisis automotriz. El comunicado oficial de la empresa señala que "teniendo en cuenta los cambios en el sector automotriz a nivel mundial, y en particular del Mercosur, la empresa toma el desafío de redefinir su plan estratégico al nuevo contexto. Paraná Metal trabaja en el sector de autopartes desde hace muchos años y buscará adaptarse a los cambios que el mundo y el mercado le van proponiendo. Se tomará el lapso de 60 días para evaluar el futuro de la compañía. Durante este plazo, se preavisará a los empleados de la posible finalización del vínculo laboral entre las partes".
Los preocupados directos con la situación son 205 trabajadores y sus familias, especialmente los operarios, unos 150. La posibilidad del cierre está sugerida por la comunicación de la patronal para fines de octubre.
Son informaciones, ambas, en el mismo momento que las estadísticas oficiales sugieren datos de recuperación de la actividad industrial, que evidentemente no alcanza para estos casos. Hace casi dos años que se procesa una baja de la producción industrial, especialmente en el sector automotriz. La incidencia en la economía fue morigerada por la expansión del sector agrícola y en los servicios. El impacto directo se asocia en el deterioro del empleo y los salarios. Las estadísticas oficiales no reflejan cabalmente el fenómeno y la cruda realidad de estos casos hacen visible el ajuste de la economía y sus perjudicados directos.
Lo real es que la combinación de la situación de crisis mundial se asocia a la lógica empresarial, concentrada en la ganancia presente y escasa vocación inversora, asunto que denuncian los trabajadores para el caso de Paraná Metal. Tampoco se consideran para este caso procesos de reestructuración de una planta con tecnología obsoleta y un contexto recesivo en el ámbito local, regional y mundial. Eso requeriría voluntad empresaria e inversiones en tecnología y preparación de la fuerza de trabajo, tanto como búsqueda de nuevos mercados y disputa asociada a sus propios trabajadores por reorientar el modelo productivo hacia una industrialización no dependiente.
Es mucho pedir para una burguesía con el solo objetivo de ganar y acumular. En ambos casos y como siempre, los perjudicados son los trabajadores. Las empresas tuvieron su fuerte expansión en el ciclo de bonanza económica entre 2002 y 2007, incluso en 2010 y 2011 y no promedian años en alza con otros en baja. La preocupación es por el rédito actual y la resolución siempre pasa por el eslabón más débil.  
La crisis la pagan los trabajadores
Por eso, resulta interesante en este marco leer a David Harvey, que en su libro “El enigma del capital y las crisis del capitalismo” publicado en 2010 y en alusión a la situación de crisis mundial vigente remite a que “Fábricas, altos hornos, panaderías y cervecerías, en otro tiempo rentables y llenos de vida, se ven obligados a cerrar. El capital fijo incorporado a ellas se ve así devaluado, y las crisis locales enturbian la vida de los habitantes de esos lugares caídos en desgracia. Durante la década de los ochenta las acerías de Sheffield perdieron alrededor de 60.000 puestos de trabajo en solo cuatro años. La enorme acería de Bethlehem en Pensilvania ahora no es más que una concha vacía y silenciosa en la ciudad que en otro tiempo dominaba, aparte del edificio que se ha convertido en un estridente casino de juego.”
Esa mención al casino de juego puede asociarse a la situación de la empresa situada en Villa Constitución y cuyo propietario está fuertemente vinculado al rubro del juego. Pero más allá de ello, la cita es importante, porque el geógrafo británico nos pone en situación de los antecedentes de la crisis capitalista contemporánea, visible desde el 2007 con epicentro en EEUU y que se generalizó a escala global. Son escritos del 2010, en pleno despliegue de la lucha de los trabajadores de Paraná Metal en crisis, ante el cambio de proveedor de la Ford Brasil.
En ese tiempo, entre 2008 y 2010, más de 900 trabajadores de la autopartista impulsaron un plan de lucha en demanda de la continuidad de la empresa y lograron la solidaridad de la comunidad. Por esos tiempos, el imaginario gubernamental ejercía un discurso que colocaba al país afuera del escenario de la crisis mundial, algo similar a la percepción del gobierno brasileño y otros en la región. Eran los tiempos en que Sudamérica crecía por encima de la media mundial, bastante distante del 0,4% previsto por CEPAL para este 2015 y con Brasil en un retroceso previsto del -1,5%.  
Todo apuntaba a localizar la crisis en ciertos países o regiones, sin comprender que el propio crecimiento de la región era parte de la búsqueda de rentabilidad del gran capital y por ende, el fenómeno del crecimiento regional integraba a su modo la crisis mundial. Las automotrices acumularon grandes sumas de dinero y ante la menor dificultad, cargan contra los trabajadores.
Vale recordar que en el plan de lucha de hace un lustro, entre los trabajadores y la dirigencia de la UOM Villa Constitución se analizó la posibilidad, derivada de conversaciones con funcionarios y técnicos del INTI, de una reingeniería de la empresa ante la obsolescencia tecnológica y la pérdida del comprador monopólico. La condición de posibilidad era desde la autogestión, algo que vuelve a rondar en los debates asamblearios de estas horas.
La opción en aquellos años de crisis fue por la expectativa que generaba en los trabajadores la perspectiva de nuevos titulares de la empresa. Leandro del Greco, delegado de los trabajadores y de la CTA Autónoma relata que “luego de la lucha de 34 días continuos de corte de autopista sobreviene la extorsión de Cristóbal López para despedir a 500 trabajadores y bajar en promedio el 50% del sueldo sino no reabría la Planta. 18 meses después de haberla cerrado abrió cuando logró esas dos condiciones.”
Agrega del Greco que “no falta producción, todo viene de Brasil, entre el 75 y el 80% del "auto nacional" del relato viene de Brasil. El sector fundición de autopartes está en crisis, Paraná Metal es el más visible porque nosotros lo hicimos visible con la lucha”.
Si se recorre la realidad de otras metalúrgicas se encuentra una situación similar. La información señala un déficit comercial de más de 3.000 millones de dólares para las autopartistas, que se triplica para el conjunto del sector automotriz, con un déficit de 9.000 millones de dólares. La aspiración sería que la lucha visible sea asumida por el conjunto de los trabajadores, no solo del sector automotor, sino por el movimiento de trabajadores, algo que desafía al sindicalismo clasista, anticapitalista y antiimperialista.
La fuerte reducción de personal se asocia a despidos y chantaje de la patronal. Por eso ahora el conflicto se concentra en los 205 trabajadores actuales. El cambio de titular de la firma no se propuso la reingeniería. La apuesta fue al desgaste con futuro de cierre y sus consecuencias en cesantías. El empresario amigo del gobierno, Cristóbal López, conocido por sus acciones en el juego es responsable directo junto a una política económica de afirmación del ensamble y la dependencia en el sector industrial. Por eso no sorprenden los telegramas que empiezan a llegar y se frustran las expectativas esperanzadas de una salida laboral tradicional.  
Crisis y propuestas más allá del capitalismo
No es nueva nuestra consideración sobre la crisis capitalista, que en estas horas se exacerba y especialmente cuando al comienzo de la semana se habló de lunes negro ante la caída de las bolsas en China y su generalización en el ámbito mundial.
La preocupación viene por los ajustes que tienden a generalizarse en países que hasta hace muy poco parecían afuera de la crisis mundial, caso de China y Brasil, principales socios comerciales de la Argentina.
Reiteremos que se trata de una crisis mundial, y la Argentina es parte del mundo, sin perjuicio de sus especificidades y problemas propios.
El debate actual entre los trabajadores de Paraná Metal apunta a pensar en soluciones más allá de la lógica de la empresa, situación a la que se enfrentaron los trabajadores en la crisis del 2001 y 2002 y que dieron lugar al proceso de ocupación y recuperación de empresas.
Quizá, el gran aporte teórico y práctico del fenómeno de ocupación y recuperación de empresas consistió en hacer evidente el carácter innecesario del organizador capitalista, el empresario. Además, la cuestión en sí misma, supone propuestas que intentan ir más allá de la lógica de la ganancia que sustenta el orden del capital.

Buenos Aires, 28 de agosto de 2015

El papel del Estado en debate

Son dos los aspectos sobresalientes en la política económica argentina de estos días y que nos permite discutir en torno al papel del Estado en nuestra coyuntura.
Por un lado el crecimiento del déficit fiscal por 107.000 millones de pesos en el primer semestre del 2015. El monto es equivalente al de todo el año pasado y sostiene una escala ascendente que habiendo sido del 3% sobre el PBI en 2012 se proyecta a más del doble para el presente año.
Por el otro lado, se anuncia la creación de una Agencia Nacional de Participaciones Estatales, a la cabeza de la cual estará el titular de la ANSES. Entre otros objetivos de la agencia se apunta a condicionar a futuro, la venta de acciones de empresas privadas en manos del Estado, para lo que se requerirá una mayoría parlamentaria de dos tercios.
Problemas fiscales
El déficit fiscal creciente es la base material de los anuncios de ajuste que sobrevuelan el debate electoral, sin perjuicio del ajuste que supone en la actualidad el alza de los precios. La situación fiscal y la inflación son sustento de las expectativas económicas y la especulación de sectores sociales con capacidad de ahorro. Estos sectores son los que intervienen en el mercado cambiario para reguardar valor de sus activos en dinero en la demanda de divisas (dólares), que ante las restricciones legales se vuelcan al mercado ilegal.
Así, el crecimiento del precio del dólar ilegal acelera la corrección recurrente del tipo de cambio oficial y otros en danza (turista, bolsa), e incide en los precios relativos del conjunto de la economía. Es algo que afecta sobremanera a los sectores de menores ingresos, la mayoría de la población.
Buena parte de la situación inflacionaria en el país está asociada a estas cuestiones, ya que el precio del dólar, aun siendo un precio más, es referencia de muchos otros precios. El precio del dólar es un condicionante de la evolución de varios precios, con o sin razón, pero interviene en la cotidianeidad y afecta el bolsillo de los sectores de menos ingresos.
Hasta ahora, la política pública ha tenido poca efectividad para controlar los injustificados aumentos de precios, incluido el dólar, los que encuentran excusa en la variación del tipo de cambio ilegal. Participación del Estado y control de precios es un gran tema para la discusión estratégica del país que se pretende. En rigor, solo una inmensa participación popular en el control de los precios en origen puede resolver el tema. Claro que debe ser acompañado de la nacionalización de la banca y el comercio exterior para eliminar fuentes de gestación de la incertidumbre cambiaria.
Uno de los temas centrales del déficit fiscal está asociado a los subsidios estatales a las tarifas de servicios públicos. Hasta ahora, los intentos por reducirlos han sido limitados y constituyen un problema de política económica y que no beneficia necesariamente a los sectores de menor poder adquisitivo. Una reestructuración a fondo de la política de subsidios, con eje en el beneficio de los sectores sociales empobrecidos, constituye el punto de partida para pensar una política integral en materia de servicios públicos, con eje en la des-mercantilización.
Acciones en manos del Estado
Es una cuestión que se traslada a la próxima gestión y que está asociada al debate de la participación del Estado en la producción de bienes y servicios, un tema que explica el fundamento de la nueva Agencia sobre acciones de empresas privadas en manos del Estado.
Además, la inducción al crecimiento del gasto público para sostener la débil actividad económica se sustenta en una expansión del 35% de la base monetaria (billetes y monedas en poder del público y depósitos en el BCRA) entre agosto 2014 y el presente. Se sostiene que apunta a sostener el consumo popular, pero se escamotea que el modelo de consumo, popular y suntuario está subordinado a un patrón de producción dominado por empresas extranjeras que acumulan en el ciclo transnacionalizado del capitalismo contemporáneo.
El tema es estratégico porque se sustenta en una política económica que contrarresta con emisión y gasto público la desaceleración de la economía, con un pronóstico de crecimiento del 0,5% para el 2015.
Al no existir inversión privada (ni local ni extranjera) suficiente para sostener la actividad económica y habiendo límites a la inversión pública, el principal instrumento de política pública es el estímulo al gasto.
El interrogante que presentamos apunta a conocer cuáles son los límites de esta política sin modificar las cuestiones esenciales que determinan la acumulación de capitales y el ciclo económico local. Por eso destaca la creación de un mecanismo que dificulta la venta del capital público presente en varias empresas, no solo aquellas contenidas en el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES. El problema es que las decisiones en esas empresas privadas siguen en manos del capital privado, en buena parte asociado a la transnacionalización y extranjerización de la economía argentina.
La lógica de los empresarios o gerentes de las empresas de capital privado, aun con participación estatal, es la de la rentabilidad de la inversión, no necesariamente vinculado a otros objetivos de política económica que pudiera proponer cualquier gobierno. El tema es válido también para empresas privadas de gestión estatal, que como en el caso de YPF está subordinada a una lógica gerencial de subordinación a la matriz de negocios de las transnacionales petroleras y a sus estrategias, hoy concentradas en la explotación de hidrocarburos no convencionales.
Más allá de los argumentos, en el movimiento de trabajadores jubilados se discute, que las acciones en el Fondo de Sustentabilidad que administra la ANSES y que debiera ser administrado por los mismos trabajadores activos y pasivos representa unos 4.000 millones de dólares, un 12% del total; mientras que los títulos públicos gestionados por el ANSES son más del 60%, o sea unos 22.000 millones de dólares. Queda claro, que los fondos aportados por los trabajadores financian al Estado y al sector privado con 72% de los recursos provistos por los propios trabajadores. Son curiosidades del capitalismo, la especulación y la distorsión del uso de los fondos previsionales.
¿Qué hacer con el Estado y sus recursos?
Todo lo mencionado impone discutir cómo se financia el Estado y en que aplica el gasto estatal. Allí confirmaremos la regresividad del régimen tributario sustentado en el IVA como principal tributo, complementado por el impuesto a las ganancias con su particularidad de asentarse en la recaudación de la cuarta categoría (salarios).
Sobre el gasto, volverá al debate en estos días con la discusión del presupuesto del 2016. Allí se hará evidente que el principal rubro que condiciona el conjunto de la política económica deviene de los pagos de la deuda pública, que tiende a acrecentarse en términos absolutos y relativos, es decir, en proporción al PBI. Era algo de lo que se jactaba hasta ahora el oficialismo con el desendeudamiento. A ello debe adicionarse la presión del orden económico por inducir la salida de capitales por remisión de utilidades al exterior o por fuga de capitales, con lo que se confirma que el trabajo local genera riqueza que financia la acumulación fuera de las fronteras locales.
Más allá de las especulaciones sobre el ajuste que sobrevuela el debate electoral, la sociedad necesita discutir el papel del Estado. Ello supone discutir a quien beneficiar en la instrumentación de la política económica, pero también el modelo productivo. Son dos las posibilidades: a) acumular en la transnacionalización e inserción subordinada, o, b) avanzar en una perspectiva de transición anticapitalista. Claro que ello srequiere de la acumulación política de poder popular.

Buenos Aires, 22 de agosto de 2015

Las inundaciones aportan al debate sobre el modelo productivo

Las inundaciones y su consecuencia en familias evacuadas trae nuevamente a la discusión el modelo productivo, ya sea por la situación derivada del cambio climático a escala global, o por efecto directo de las características de la producción en el sector primario en la Argentina.
Con la ampliación de la frontera agrícola, especialmente sojera y transgénica aparecen variadas consecuencias.
Una es la expansión económica expresada en las cuentas nacionales como incremento del Producto bruto Interno, PBI. El crecimiento es algo que se lee como positivo, y termina siendo un fetiche, como si cualquier crecimiento fuera para festejar, del mismo modo que se instala un clima de preocupación con el bajo crecimiento, la desaceleración o la baja del producto. Para nosotros, el problema es discutir qué tipo de producción es la que se necesita y para satisfacer que necesidades. Se puede crecer sobre la base de actividades no productivas, por ende innecesarias, como la producción de armas, drogas o la especulación financiera, y sin embargo, esas actividades y lo que suponen en circulación monetaria, medidas en la contabilidad nacional (en forma directa o indirecta) alimentan el fetiche del crecimiento.
Otra remite al uso del excedente generado por la actividad primaria, especialmente orientado en las inversiones en la construcción residencial y la especulación financiera, incluida la fuga de capitales; todo lo cual incide en las cuentas nacionales y la evolución de la economía, considerado como factor favorable. El resultado es una creciente urbanización no planificada que incorpora mayores problemas al modelo de desarrollo y a la política de población, radicación y orientación de la actividad productiva soberana. Surgen así barrios cerrados y grandes edificios que demandan inversiones públicas y agudizan los problemas de servicios, al tiempo que restan recursos fiscales a las necesarias obras de infraestructura rural. La urbanización en las condiciones del capitalismo en el país agiganta la fractura entre lo rural y lo urbano, con un Estado subordinado a la lógica del capital. Por eso no sorprende que ante la ausencia de las necesarias obras de infraestructura para aliviar y recuperar aguas, la solución del mercado apunta a canales aliviadores clandestinos, que resuelven la rentabilidad inmediata del inversor en desmedro del suelo, las aguas subterráneas y los cursos de agua que recogen en conjunto los tóxicos de la forma de producción privilegiada en el campo argentino.
Debemos adicionar que se trata de una producción para el mercado mundial, principalmente China, que ahora pone de manifiesto su crisis con la devaluación del yuan, su moneda nacional.
Ello impacta en el comercio exterior y por lo tanto a la Argentina, sea por compras o ventas. La devaluación del yuan hace más competitiva la producción china y puede generar dificultades para la producción local. Es creciente el déficit comercial de Argentina respecto de China, derivado de nuestras exportaciones primarias y de importaciones de bienes manufacturados en ese país. La dependencia comercial con China es grave, sea como gran comprador que induce al monocultivo de soja, como por el tipo de productos que China vende a la Argentina, contribuyendo a complicar el proceso industrial, agravando la recesión productiva que lleva ya casi dos años. La dependencia comercial se agrava con la dependencia tecnológica del paquete productivo en manos de las transnacionales de la alimentación y la biotecnología.
Los defensores del modelo productivo agrario y la siembra directa culpan a la política económica por la ausencia de inversiones en infraestructura y por no alentar en mayor medida la ampliación de la frontera agrícola sojera y sus derivados en materia de agro energía. Sostienen que hay posibilidad de estímulo a la producción de etanol, asociando soja y energía, sin discusión relativa a otros modelos productivos, por ejemplo sustentados en la concepción de la soberanía alimentaria y la agricultura familiar y comunitaria. Es más, sostienen que más que pensar en hidrocarburos no convencionales y la recreación de explotación para energía no renovable, caso del yacimiento de Vaca Muerta, la apuesta debiera asentarse en más producción agraria y energética derivada de la industrialización de la ruralidad, un concepto que asume la proyección del Plan Agro Alimentario 2020 formulado desde el gobierno. No se trata de hidrocarburos sí o no, de agro energía sí o no, sino de discutir energía para quién y qué modelo productivo y de país.
Son todos temas que merecen un gran debate y que pocos relacionan en la discusión política electoral en curso. Existe abundante crónica periodística de lamentación por las inundaciones y sus consecuencias sociales, e incluso uso política de la dramática situación, pero escasa vinculación del fenómeno con el modelo productivo. Del mismo modo que se analiza la situación en China como un problema externo, sin asociarlo a la situación de dependencia que Argentina viene desplegando con el gigante asiático, y no solo en materia comercial, sino y crecientemente con demanda de inversiones y préstamos provenientes de ese país.
Hay que discutir este modelo productivo, base del crecimiento de estos años, que asocia al país al ciclo de expansión regional por la explotación de comodities. Este modelo generó excedentes que sirvieron para la mayor concentración de las clases dominantes y también para la ampliación de la política social para frenar el conflicto y disputar consenso político. Esta vinculación de producción primaria con política social masiva permitió un ciclo de crecimiento económico en toda la región sudamericana con fuertes consensos políticos, que empiezan a deteriorarse al ritmo del impacto de la crisis mundial capitalista en nuestros países.
Las tendencias son de agravamiento de la crisis y con lo cual, la ecuación de expansión económica y de la política social puede encontrar límites y hacer crecer el conflicto social. Con matices, es lo que ocurre en la región y demanda la necesidad de la crítica de la política económica aplicada en estos países, y que el cambio político gestado desde el comienzo del Siglo XXI requiere de nuevos rumbos en materia de modelo productivo y de desarrollo. La retórica del neo-desarrollismo contra el neoliberalismo no es suficiente, por lo que se necesita ir contra la lógica del capitalismo, que en definitiva sostienen las concepciones neo-desarrollistas y claramente las neoliberales. La crisis capitalista mundial y su expresión en países emergentes, que parecían inmunes a los efectos de la crisis, recrean la necesidad de la crítica de la economía política, es decir, al orden capitalista y a las políticas, aun matizadas que pueblan la experiencia de los Estados nacionales para superar la crisis mundial.

Buenos Aires, 15 de agosto de 2015

Las perspectivas económicas para el 2015

La situación de crisis mundial del capitalismo continúa y cambian los sentidos del crecimiento mundial. Si hasta hace poco el efecto de bajo crecimiento estaba radicado en los principales territorios del capitalismo mundial y la referencia era el crecimiento de los países del sur, especialmente explicada en el alza de los precios de exportación de metales, minerales, energéticos y alimentos, la situación es ahora diferente.
No es que haya perspectivas de gran crecimiento en el capitalismo desarrollado, sino que la tendencia agrega ahora la desaceleración de los países que hasta hace poco contrarrestaban las tendencias recesivas. Se destaca en ese sentido la desaceleración de la economía China, con tendencia a la baja.
América Latina es parte del fenómeno de la desaceleración, especialmente por la caída de los precios internacionales de exportación y con preocupación ante el papel asumido por China en estos años como socio comercial, inversor y prestamista de varios de los países de la región.
En el reciente análisis publicado por la CEPAL[1] sobre las perspectivas para el 2015 se puede leer que: “La dinámica de la actividad económica observada en el primer trimestre de 2015 en los países de América Latina y el Caribe hace proyectar para el año en curso un crecimiento significativamente inferior al 1,1% registrado en 2014. Si bien la desaceleración es un fenómeno generalizado en la región, la evolución del crecimiento ha sido muy heterogénea entre países y subregiones. En este contexto, se espera una tasa de crecimiento regional de un 0,5% en promedio ponderado; América del Sur mostraría una contracción del 0,4%, Centroamérica y México, un crecimiento del 2,7%, y el Caribe, un crecimiento del 1,7%.”
Queda claro que es Sudamérica la que baja el promedio de la región, especialmente por la evolución esperada de Brasil, la mayor economía del Sur de América. La baja de los precios de la soja, producto que explicita la especialización productiva y de exportación de los países sudamericanos constituye una de las causas principales, dando cuenta al mismo tiempo la importancia que adquirió el sector primario en estos países. Al mismo tiempo debiera adicionarse el carácter dependiente asumido por esta producción primarizada, que aleja la perspectiva de la industrialización, proyecto histórico de la región. Ocurre que son las transnacionales de la biotecnología y la alimentación las que definen el paquete tecnológico del ciclo de la soja.
Agrega el informe de la CEPAL sobre el tema de empleo y salarios que: “El impacto de la desaceleración económica sobre la tasa de desempleo ha sido pequeño. A nivel regional, en 2014 la caída de la tasa de ocupación no conllevó un incremento de la tasa de desempleo; por el contrario, esta descendió 0,2 puntos porcentuales, del 6,2% al 6,0%. Sin embargo, la información preliminar sobre el primer semestre de 2015 indica que la persistente debilidad de la generación de empleo ocasionaría un aumento de la tasa de desempleo abierto regional del 6,0% al 6,5% en el promedio del año. Con respecto a la dinámica salarial, los salarios reales siguen creciendo moderadamente en la mayoría de los países, pero el debilitamiento de la generación de empleo afecta el poder de compra de los hogares, lo que se expresa en menores tasas de crecimiento del consumo privado.”
Lo que se puede adicionar es que la pobre dinámica de la actividad económica y el peso hacia la primarización de la producción significan problemas en materia de producción industrial con perspectivas de agudizar conflictos sociales. Más allá del empleo, el nivel de los salarios se asocia a un largo periodo de deterioro de los ingresos populares, con lo que el impacto de la desaceleración económica en la región afecta principalmente a los sectores más vulnerables de la población, alejando salidas por vía de ampliación del empleo.
Contexto mundial y regional
El contexto internacional que describe el informe de la CEPAL es de continuidad de la crisis mundial, especialmente en sus aspectos estructurales y coyunturales, siendo elocuente analizar la trayectoria de la crisis mundial respecto de las tasas de crecimiento.
No se trata de enfatizar en la categoría crecimiento, sino reconocer que esa proyección se descarga como problemas para la mayoría empobrecida de la sociedad, lo que se visualiza desde las políticas de ajuste que inducen los principales centros del poder mundial y los organismos internacionales.
En efecto, entre 2008 y 2011, en el epicentro de la manifestación de la crisis, la economía mundial creció al 1,9% y desde entonces osciló entre 2,4% y 2,6%.  Se constituye así un escenario de penuria para los sectores populares.
Para el caso de EEUU, entre 2008 y 2011 se registró un crecimiento de 0,2% y evolucionó luego entre el 2,2% y el 2,4% hacia 2014.
La zona del euro con registros negativos, solo alcanza el 0,9% en 2014, y Japón de valores negativos en la plenitud de la crisis, apenas llega a registros entre 0% y 1,8%.
Aquellos países que contrarrestaron la fuerte caída de la economía mundial entre 2008 y 2011 están ahora desacelerando su crecimiento.
China es el más importante, ya que habiendo crecido 9,6% entre 2008 y 2011, los registros posteriores bajan del 7,7% en 2012 a un pronóstico de 7% para el 2015.
La proyección económica para el 2015 en América Latina y el Caribe es de 2,5%; con 3,9% para Centroamérica; 2,7% para Centroamérica más México; 1,7% el Caribe; y -0,4% América del Sur, empujados principalmente por Brasil (-1,5%) y Venezuela (-5,5%). Argentina registra un crecimiento posible del 0,5% para este 2015.
Para pensar
Todos estos datos sirven para pensar en el ciclo más largo que transcurrió desde comienzos del Siglo XXI, y las expectativas generadas socialmente por el crecimiento económico para la región latinoamericana, con impacto de mejora en los indicadores sociales.
Esta realidad de desaceleración recrea las condiciones para reproducir la lógica histórica desfavorable hacia los sectores más vulnerables y de menores ingresos.
La situación reabre la discusión regional sobre las políticas económicas, ya que no alcanza con adecuarse a los ritmos del ciclo mundial, que puede favorecer con precios de exportación durante un periodo y que favorece políticas sociales masivas, pero que transcurrida la coyuntura favorable, la realidad devuelve los problemas sociales como fenómeno esencial que alimenta la desigualdad, la concentración y el empobrecimiento social.
El cambio económico sigue siendo una asignatura pendiente, no solamente en la región, pero resulta evidente ante las expectativas que generó el cambio político en nuestros países en este Siglo XXI.
Buenos Aires, 7 de agosto de 2015



[1] CEPAL. Estudio Económico de América Latina y el Caribe. Desafíos para impulsar el ciclo de inversión