Inflación, conflicto social y poder



La inflación está en el centro del debate económico, social y político en la Argentina.
Es una realidad de la cotidianeidad, no solo por el aumento de los precios a los veraneantes, o las ofertas que aparecen en zonas turísticas, sino por el costo de vida crecientemente verificado en cualquier caja donde se cancelan compras o consumos de bienes y servicios.
La suba de precios oscila entre el 10,8% que registra el INDEC para el 2012 y la estimación de variadas organizaciones sindicales que discuten actualizaciones para el 2013 sobre la base de una variación de precios del año que pasó, que fluctúa entre 20 y 30%. Nadie tiene registros exactos, y el único en condición de resolver el asunto, mal que pese, es el organismo oficial. Tal como reclaman los trabajadores del INDEC, se impone su normalización inmediata.
El fenómeno inflacionario ya no se discute, el problema es la esencia
Los precios suben y los ingresos populares no alcanzan. Es una situación que genera insatisfacción y habilita conflictos en la disputa por la apropiación de la renta y la riqueza socialmente creada.
Confirma el diagnóstico de la inflación los dichos de la Presidente cuando alude a una campaña contra los empresarios que suben los precios y convoca a “hacerles el vacío para que reaccionen”. Ello supone pensar que los fijadores de precios pueden reaccionar reduciendo los precios.
El mensaje presidencial está dirigido a los consumidores para que se auto defiendan en el mercado, para que no compren, o cambien de proveedor, aunque resulta complejo mutar de proveedor de servicios esenciales cuyas tarifas se vienen  adecuando en el último tiempo: electricidad, transporte y otros. Es inimaginable, vía abstención del consumo, la reducción de los peajes, de los boletos de transporte, de las tasas de interés, de los alquileres, de la electricidad u otras tarifas de servicios públicos, o de los alimentos de consumo cotidiano; ni hablar de los medicamentos y otros muchos gastos cotidianos, entre ellos las acrecidas tasas municipales o los impuestos provinciales.
¿Cómo hacer el vacío ante tamaña diversidad? ¿Alcanza con el accionar selectivo de los consumidores? Es algo que ya se probó sin éxito en el historial de la inflación local. El tema es más complejo. ¿Quién fija los precios, en la Argentina y en el mundo? La respuesta está en la combinación del “Mercado” y el “Estado”, adicionando que el mercado actúa nacional, regional y mundialmente. En todos los casos es una cuestión de poder, sea en el mercado o en el estado, de poder fijar precios, de potestad para imponer precios, de ocupar posiciones que permiten vender bienes y servicios a esos precios elevados.
Es cierto que los precios se modifican por circunstancias globales que inciden en los importes en que se comercian las materias primas y los alimentos, tanto como en las variaciones del tipo de cambio, que es también un precio, el de las divisas contra una moneda nacional.
Argentina no define las correcciones cambiarias entre el dólar, el euro, el yen, el yuan, o el real, más allá de la existencia o no de una guerra monetaria, como algunos precisan en la coyuntura. No solo no decide, sino que sufre las devaluaciones (dólar, p.e.) o las apreciaciones (real, p.e.), las que se establecen con relativa soberanía, según sea el poder y la capacidad de dominación de cada país.
Nuestro país no define, sino parcial y limitadamente el precio de la soja, del trigo, el maíz, o el girasol; mucho menos el precio del oro y otros minerales que se extraen y exportan crecientemente.
Es el capitalismo y su forma de manifestación contemporánea el que establece cierta norma de precios globales, gravosa en la cuenta de los países importadores de alimentos, entre ellos Haití y otras naciones empobrecidas. En el fondo está la teoría del valor, siendo su esencia el trabajo socialmente necesario.
Pero no todos los países manifiestan del mismo modo las variaciones globales de precios, ya que existen los Estados nacionales y sus “políticas económicas” para mediar e intervenir en el mercado de compra venta, local, regional, o del mundo. Insistamos, el “Estado” con su política económica, no los consumidores con la abstención de compra. Los Estados y sus políticas pueden ser más ó menos eficientes en cumplir determinados objetivos.
Respecto de la política económica y la intervención estatal, ese fue y es el sentido de las retenciones a las exportaciones de comodities, que tampoco aplican todos los Estados nacionales. Es que no solo se trata de imposiciones a las exportaciones, sino también del uso de esa recaudación, algo escasamente discutido en el conflicto del 2008 y más acá. Buena parte de los recursos públicos se esterilizan en las cancelaciones regulares de la deuda pública, principalmente de los gravosos intereses de una deuda impagable y en crecimiento, pese al desendeudamiento.
Lo que está en discusión es la política económica, en este caso con foco en la lucha antiinflacionaria. Claro que la política económica se asocia o subordina al tipo de sociedad que se pretende, favorable o no al régimen del capital. En este sentido resulta imposible la autonomía “en” o “del” capitalismo. ¿Es posible ir contra el capitalismo? Ese es el debate en la región e incluso en el mundo, y en rigor, muy pocos formulan ese objetivo, más instalado en el movimiento popular que en instancias gubernamentales, salvo excepciones como Cuba, Venezuela, Bolivia, y pare de contar.
La primera consideración de importancia entonces, es el reconocimiento del fenómeno, que aparece en el discurso presidencial y no se compadece con los antecedentes recientes y menos con la medición oficial registrada por el INDEC. En el mismo sentido pareció aludir el Secretario de Comercio al anticipar un tipo de cambio cercano a $6 para fines del 2013, lo que significa una previsión de ajuste de precios (tipo de cambio) del 20% para el presente año, lejano de los valores previstos en el Presupuesto votado en el Congreso, e incluso del plan monetario y cambiario del BCRA. Varios voceros del gobierno salieron a desmentir al Secretario, entre ellos nada menos que el Vice Presidente.
¿Qué hacer con la inflación?
La inflación es un hecho en la Argentina, es preocupante y resulta necesario se asuman medidas antiinflacionarias de política económica, ya que afectan  a la calidad de vida de la población de menores ingresos, y muy especialmente de trabajadores activos y pasivos.
Entre esas medidas está la “participación popular” más allá de la convocatoria al boicot o al vacío de consumo, tal como hiciera Néstor Kirchner en 2006 contra la Shell, o ahora Cristina Fernández. Una participación asociada a la producción y su control directo por los trabajadores y consumidores.
Una vieja discusión de la Economía Política pasa por la primacía de la producción o el consumo. Los seguidores de los clásicos y sus críticos se concentraron en la primacía de la producción, mientras que los neoclásicos en sus diferentes variantes privilegian la soberanía del consumidor.
Existe necesidad de restablecer las prioridades discutiendo quién produce, con quién se produce y para qué y quiénes se produce en la Argentina, y en cualquier parte. Intentemos responder cada uno de los interrogantes y descubriremos la trama del poder económico en el país, y con ellos los responsables del establecimiento de los precios, y por lo tanto en donde enfocar el control y la lucha contra el encarecimiento de la vida.
Solo a modo de ejemplo puede pensarse en los principales rubros económicos que explican el crecimiento económico de la Argentina, el sector agropecuario; minero; sidero-metalúrgico y automotriz en la industria; la construcción y la banca. Lo principal es la dominación monopólica, mayoritariamente extranjera, con destino al mercado mundial (por ende requieren salarios bajos), o sectores de alta capacidad de consumo (no definen la compra según sea la variación de precios), con lo que el país produce para el mercado mundial (soja, oro, otros comodities, autos, etc.) y sectores locales de altos ingresos (construcción, automotores, turismo, servicios de hotelería y gastronomía, etc.), contratando con salarios bajos que aseguran competitividad mundial.
Allí está el meollo de la cuestión. Sin afectar esas relaciones de dominación resulta difícil dominar la inflación. Esta expresa la lucha por la apropiación de la renta, del producto social del trabajo. La lucha antiinflacionaria supone la afectación del poder económico. Es cierto que en muchos países capitalistas no existe el fenómeno inflacionario. En rigor, en algunos países el problema se manifiesta con elevación de precios, mientras en otros, el fenómeno se manifiesta con desempleo creciente, o con miseria extendida.
Por todo ello, el fenómeno se presenta en la Argentina por la inflación, y la esencia es el capitalismo y la resistencia del poder hegemónico a perder la fuente de la ganancia, la acumulación y la dominación.
El problema de la inflación está en el conjunto de la economía local y su inserción subordinada en el sistema mundial. Por ello, el “qué hacer” remite a modificar el modelo productivo, que más que satisfacer la “demanda mundial” de soja, de oro, o de automotores, de tierra, o de inmuebles, requiere atender las necesidades locales y regionales, de alimentos, de energía, de nueva producción, lo que supone activar el concepto de soberanía ampliada a la región latinoamericana. Es algo que está presente en la cumbre popular en funcionamiento paralelo a la reunión de la CELAC en Chile.
La mayoría de los gobiernos latinoamericanos y caribeños buscan mejorar sus relaciones internacionales en el marco de la subordinación al capitalismo mundial de sus respectivas economías, mientras las organizaciones populares reunidas en Santiago de Chile continúan la búsqueda por otro mundo posible, ese que privilegie la satisfacción de las necesidades populares insatisfechas por un orden capitalista que agiganta las ganancias de unos pocos contra la extensión del desempleo, el hambre y la marginación.
En el seno del movimiento popular latinoamericano existe la polémica sobre el posicionamiento a asumir ante los gobiernos, que asumen orientaciones socialistas, neo-desarrollistas, e incluso neoliberales conviviendo en experiencias integradoras novedosas (Unasur, Celac). En muchas ocasiones se absolutiza el respaldo o la crítica a los gobiernos, especialmente aquellos críticos al orden neoliberal. La soberanía popular es la que gesta los gobiernos y por eso no se trata de defender o de criticar en general, sino de abrir paso a la crítica por un nuevo orden social, económico y político.
Datos recientes de la ONU destacan para el 2012, luego de cinco años de crisis el desigual impacto de la crisis mundial, expresado en la gran concentración de riquezas en muy pocas fortunas personales y una tendencia creciente al desempleo, la disminución de los salarios, las jubilaciones y los ingresos populares. Es la misma conclusión del estudio que realizó Forbes en la Argentina. Con crecimiento o con desaceleración, con convertibilidad o si ella, lo constante es la dominación monopolista y transnacional del capital más concentrado, responsable principal de la inflación.
El asunto es el poder
Las preocupaciones por la crisis también se concentran en Suiza, en Davos, sede de un nuevo cónclave del Foro Económico Mundial (FEM), que concentra buena parte del debate del poder económico mundial, sin respuestas novedosas para superar la crisis capitalista, salvo las consabidas políticas de austeridad en materia de gasto social, de readecuación regresiva de las relaciones socio económicas y de intervención estatal para el salvataje de empresas y empresarios a costa de la calidad de vida de la mayoría de la población.
Las medidas y opiniones del poder son conocidas, lo difícil pasa por lograr acuerdos con suficiente densidad social para hacer realidad la agenda alternativa.
Es una cuestión de poder, y la inflación es también una cuestión de poder, de poder subir o reducir los precios. Es una batalla, y ya se dijo que en ese combate lideran los patrones y las mediaciones legales, políticas, incluido el propio Estado. Como batalla que es, expresa una correlación de fuerzas.
El poder actúa en el FEM, o en las reuniones de la CELAC, y claro que también en el mercado local. El movimiento popular construye sus redes, acciones e iniciativas para construir su propio poder e intervenir, también en el ámbito local y mundial. En definitiva, la lucha contra la inflación se resuelve dialécticamente en el orden local y global, constituyéndose en eje central la construcción de sujeto popular para enfrentar esencialmente el problema y construir el otro mundo posible, sin explotación, algo no imposible y que hoy se proponen algunos pueblos en Nuestra América.
Buenos Aires, 26 de enero de 2013

Los ingresos de los trabajadores y la disputa por la actualización



Empezó el 2013 y uno de los temas en debate es la actualización salarial, que como sabemos tiene el antecedente de la negociación anual de salarios y condiciones de trabajo, que en general, apenas se reducen a la cuestión de los ingresos monetarios mensuales, y no necesariamente a revisar el conjunto de las condiciones en que se desarrolla la actividad laboral.
Es un tema de disputa, entre trabajadores y empleadores, sean del sector privado o del estatal. Es una disputa mediada por el Estado, quien actúa como árbitro ante la discusión entre patrones y trabajadores. En rigor, el Estado no es solo árbitro, sino quien establece algunas premisas, entre ellas el nivel de la inflación pasada, que según el INDEC fue del 10,8% durante el 2012. Es un dato que condiciona la referencia estadística para el 2013 y con lo cual, el Estado Nacional, Ministerio de Trabajo mediante, intenta regular las actualizaciones que se pacten en negociaciones colectivas en este comienzo de año.
Los datos salariales al 2012
Para pensar el tema tomamos los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, la EPH[1], con información al segundo trimestre del 2012.
De allí surge que para 8.258.207 trabajadores en relación de dependencia en la Argentina, es decir, asalariados registrados y no registrados, se observa lo siguiente:
  • el 38,2% con salarios menores a $2.500 mensuales, unos 3.154.635 trabajadores perciben un ingreso promedio del orden de los $1.467 al mes, que completan con otros $153 de actividades secundarias, totalizando un ingreso mensual de $1.620.
  • el 12,9% con salarios entre $2.500 y $3.000 al mes, unos 1.065.309 trabajadores obtienen un ingreso promedio de $2.912 mensuales, al que adicionan $146 por ocupaciones secundarias, sumando $3.058 al mes.
  • Sumando ambas categorías, las de menores ingresos, se encuentra el 51,1% de los trabajadores, unos 4.219.944 trabajadores, con ingresos promedio menor a $3.000, cuando la canasta de consumo necesaria para satisfacer las necesidades del trabajador no baja de $5.000 mensuales (reclamados por la CTA y la CGT en el paro nacional del 20/11/2012, y en la movilización del 19/12/12).
  • La información reseña que aquellos trabajadores que perciben ingresos mensuales entre $3.000 y $4.500 son el 24,7% del total, unos 2.039.777 de personas, con ingresos promedio al mes por $3.834, a lo que suman por actividades secundarias unos $215 por mes, totalizando unos $4.049 cada mes.
  • Finalmente, los que ingresan en promedio al mes más de $4.500 representan el 24,2%, y son 1.998.486 trabajadores con ingresos promedio de $7.048, y al que adicionan por actividades secundarias unos $274 en promedio al mes, sumando por ambos conceptos unos $7.322.
Cuadro N°1: Categorías salariales del total de los asalariados y remuneraciones por otras ocupaciones.
Categorías Salariales
% de los trabajadores por categoría.
Ingreso promedio mensual en la ocupación principal ($).
Ingreso mensual promedio en la/s ocupacion/es secundaria/s ($).
< $2500
38,2
1467
153
$2500-$3000
12,9
2912
146
$3001-$4500
24,7
3834
215
> $4500
24,2
7048
274
Elaboración propia en base a datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que brinda el INDEC.

El dato relevante a destacar es que según los datos oficiales, el 65.4% del total de trabajadores son registrados, mientras que el resto, el 34,6% son trabajadores no registrados.
De ese modo, sobre 8.258.207 trabajadores:
·         unos 5.400.867 están registrados, y
·         otros 2.857.340 se encuentran en la categoría de “no registrados”
A esta altura del desarrollo económico y social debe considerarse a la cuestión como un tema estructural, que resulta muy difícil reducirlo y que expresa la impunidad empresaria, que pese a los niveles de organicidad de los trabajadores, aún se mantiene un elevado nivel de trabajadores no registrados, sin la correspondiente seguridad social.
Asumiendo la escala salarial anterior nos encontramos que los trabajadores registrados tienen una mejor situación respecto del promedio de ingreso total de los trabajadores registrados y no registrados, ya que:
  • solo el 19,08% perciben menos de $2.500 al mes, contra un 38,2% del total de trabajadores;
  • un 15,25% entre $2.500 y $3.000,
  • un 32,15% percibe entre $3.000 y $4.500;
  • y un 33,53% más de $4.500 al mes;
  • así, solo el 34,33% de los trabajadores registrados perciben menos de $3.000, contra el 51,1% si sumamos a los trabajadores registrados, los no registrados del Cuadro Nº1;
  • y el 65,68% percibe al mes más de $3.000; aunque solo un tercio de los trabajadores registrados ingresa mensualmente más que los $5.000 que se reclama como ingreso salarial mínimo por las Centrales de Trabajadores, la CTA y la CGT.
Cuadro N°2: Categorías salariales de los trabajadores registrados y remuneraciones por otras ocupaciones.
% de los trabajadores por categoría.
Ingreso promedio mensual en la ocupación principal ($).
Ingreso mensual promedio en la/s ocupacion/es secundaria/s ($).
19,08
1872
197
15,25
2918
151
32,15
3847
224
33,53
7086
245

Otro dato a considerar es que el 60% del total, registrados y no registrados, trabajan más de 35 horas semanales; y el resto, un 40% menos de esas horas, dando cuenta de un problema doble.
Por un lado existe subempleo, con menos de 35 horas a la semana y sobre empleo, con más de 35 horas de labor por semana. Ambas situaciones explican el doble trabajo, donde existe la actividad principal y la secundaria, para así poder completar ingresos que satisfagan relativamente las necesidades de los trabajadores y sus familias.
Algunos comentarios
Estos datos reflejan la situación de deterioro estructural en los ingresos de los trabajadores en la Argentina, situación que no puede entenderse sino en el ciclo de ofensiva del capital construido desde 1975, cuando se produjo el “rodrigazo”, un brutal ajuste contra el salario y a favor de una reconversión regresiva del capitalismo en la Argentina, construida desde entonces y con dos momentos históricos sobresalientes: en tiempos de la dictadura genocida (1976-1983) y durante el menemismo y la convertibilidad (1989-2001).
La devaluación de inicios del 2002 constituyó una brutal transferencia de ingresos de los trabajadores al sector empresarial, especialmente el más concentrado. Así se explican los elevados niveles del desastre social en 2002 y 2003, con 57% de la población bajo la línea de la pobreza y un 21,5% de desempleo, el máximo histórico en el país. La recuperación del empleo y los ingresos de los trabajadores desde entonces, 2003-2012, no retrotrajeron aún la situación al momento previo al rodrigazo, y verifica, según vemos en los datos la consolidación estructural de la ofensiva del capital sobre el trabajo.
Pero no solo se trata de ingresos salariales, sino de la capacidad de resistencia y organización de los trabajadores, del poder de los trabajadores para defender sus derechos e intereses.
La situación de poder de los trabajadores a comienzos de los 70´ fue deliberadamente debilitada desde el terrorismo de Estado y la impunidad empresarial. Esta última se sostiene, pese a la organicidad de los trabajadores y el avance en cantidad y calidad de las negociaciones colectivas. Lo dicho sobre la impunidad incluye al patrón estatal, principal precarizador de la Argentina, ya que un tercio del nuevo empleo estatal gestado en la última década es precario, con contratos a término, evitando la estabilidad en el empleo.
Convengamos entonces, que si en la coyuntura se discuten ingresos en paritarias para contrarrestar el impacto regresivo de la inflación sobre los ingresos salariales, en un marco más general, de carácter estructural, lo que se disputa es la apropiación de la renta nacional gestada con el trabajo asociado de 8,5 millones de personas asalariadas. Los destinos de esos recursos se disputan entre salario y ganancia, fuente de todo gasto en nuestra sociedad. Las familias, las empresas y el Estado, claro que también el delito, todos obtienen sus recursos de salarios o de ganancias.
Cuando se habla de distribución funcional del ingreso se remite a cuanto de la renta se apropian los trabajadores y cuanto los propietarios de medios de producción. La lógica histórica remite al “fifty-fifty” de 1952, o de 1974, como los mejores registros en la distribución entre patrones y trabajadores, considerado también el registro “ideal”, ecuación discutible, especialmente por los trabajadores, quienes desde los aprendizajes legados desde la economía política clásica (Adam Smith y seguidores desde 1776), es el trabajo social el creador del valor. La sociedad capitalista escamoteó este descubrimiento, incluso para los principales cultores de la disciplina en origen. Fue el pensamiento crítico con Carlos Marx y los estudios en torno a El Capital, los que permitieron desentrañar en el trabajo socialmente necesario la fuente de la ganancia, forma transfigurada de la plusvalía.
En definitiva y en nuestra coyuntura de comienzos del 2013, es el poder de los trabajadores, el que desarrollará la potencia política para la actualización salarial a lograr, aún cuando el Estado y las patronales pretenden limitarla. Siendo la actualización salarial una cuestión económica, es claro también que se trata de una cuestión política, que apunta a restablecer la capacidad de lucha de los trabajadores, afectada estructuralmente desde el rodrigazo y la saga dictatorial y neoliberal. Más que discutir la capacidad de compra en el presente año, lo que está en juego en la disputa paritaria y más allá, es el poder de los trabajadores para construir la realidad social.
Buenos Aires, 19 de enero de 2013


[1] Tomado del Informe sobre la situación salarial y laboral de los trabajadores asalariados en la Argentina, realizado por el equipo de investigación de la Fisyp sobre cuestiones laborales y salariales: Julio C. Gambina; Germán D. Pinazo; Arnaldo Ludueña y Guido Saccal.

Baruch Spinoza y Hermann Hesse tienen vigencia

Los pensamientos que siguen me los arrimó un amigo y creo que son imprescindibles para el momento actual. 

Si los hombres no osaran decir lo que piensan cundirían la corrupción y el engaño
Suponiendo que la libertad pudiera ser tan reprimida y que los hombres pudieran estar tan restringidos que no osaran siquiera moverse sin el permiso de los poderes superiores, ese estado de cosas no podría lograr nunca que pensaran lo que otros quisieran... Una consecuencia necesaria sería la de que los hombres hablarían cotidianamente en forma diferente de lo que realmente piensan; así se corromperían la confianza y la fe, que son las cosas más necesarias en el Estado, y reinarían la hipocresía y la reticencia despreciables, de modo que habría corrupción y engaño de todas las buenas costumbres... ¿Puede pensarse en una desgracia mayor para un Estado que el hecho de que hombres respetables sean desterrados como criminales solamente porque piensan en otra forma y no se resignan a ocultarlo?
Spinoza, Baruch, Tratado teológico-político, capítulo XX.

Solo os seguirán los que no valen
Os llevaréis un chasco si creéis que el literato es un instrumento del que la clase en el poder puede servirse a su antojo, como si fuera un esclavo o un talento a la venta. Mal os va a ir con vuestros literatos si partís de esta idea, y solo os seguirán los que no valen. A los auténticos artistas y literatos los conoceréis, si algún día os interesa saberlo, en su irreprimible propensión a la independencia y en que dejan al instante de trabajar cuando se los quiere forzar a hacer su trabajo de modo diferente a lo que les dicta la conciencia. No se dejan comprar con golosinas ni con prebendas, y prefieren dejarse matar a ser manipulados. En esto los podréis conocer.
Hesse, Hermann, Lecturas para minutos, Alianza Editorial, Madrid, 1975, p. 20.

La economía en año electoral



Empezó el 2013 con fuerte debate político, especialmente en cuestiones económicas: la deuda, los trenes, la energía, la inflación, la inserción internacional y el tipo de cambio. Las elecciones de medio turno presidencial habilitan estas discusiones, anticipando el debate por la renovación presidencial del 2015 y el futuro mediato de la Argentina.
La deuda
Respecto del endeudamiento externo resalta en estos días la recuperación de la Fragata Libertad, embargada en Ghana por acreedores externos bautizados como fondos buitres.
La resolución favorable a la Argentina sirvió para realizar una manifestación de fuerza por parte del gobierno, con una movilización en la costa marplatense y afirmar el rumbo económico gubernamental, sin ahorrar críticas a sectores opositores, incluidos aquellos referentes del propio partido de gobierno con proyecto propio (Scioli o De la Sota).
Lo que muy poco se discute es cuales son a futuro las consecuencias de las demandas de los acreedores que no entraron al canje de la deuda, ni en 2005, ni en 2010, especialmente relativo a aquellos que tramitan la demanda judicial en EEUU y cuyo tratamiento se dirime hacia fines de febrero, con lo que puede ser un saldo de mayor deuda registrada en las cuentas nacionales del país, con mayor costo y por ende restringiendo recursos fiscales para necesidades sociales o alternativas de uso económico.
Ferrocarriles
El anuncio oficial remite a la compra de material rodante procedente de China e inversiones en infraestructura ferroviaria cercanas a los 5.000 millones de pesos para las mejoras de líneas ferroviarias, específicamente del Mitre y el Sarmiento. El ingreso de los vagones chinos se espera para el 2014, con lo que los resultados visibles apuntan hacia mediado plazo.
La discusión tiene diversas aristas e incluye el debate sobre el desastre de once en febrero pasado, con saldo de víctimas fatales y en proceso judicial, sin que aún se coloque en el banquillo del acusado al sistema de privatizaciones ferroviarias de los 90´ y mucho menos un nuevo proyecto de transporte público.
No solo se trata de recuperar la gestión ferroviaria o la intervención estatal en la mejora de infraestructura, sino discutir el papel del Estado en materia de transporte ferroviario, entre otras cuestiones relativas a la participación directa del Estado en la economía.
¿Es posible la reactivación de una industria local de material rodante asociada al restablecimiento de los talleres ferroviarios? El interrogante cuestiona las definiciones que asumen una industrialización de ensamble, para el armado de partes ingresadas del exterior, o una dinámica económica de compra de producción externa. En los anuncios realizados se trata de fabricación estatal china de vagones, diferenciando el papel del Estado productor e importador que asumen China y la Argentina respectivamente.
Claro que la objeción deviene de los recursos financieros para una operación productiva que recupere la capacidad de fabricar en la Argentina, algo que no puede disociarse del análisis del endeudamiento y el uso de los recursos financieros, fiscales y del superávit comercial.
Energía
Las importaciones energéticas continúan siendo uno de los principales déficit de la economía local, y la apuesta está realizada en la capacidad de la gestión estatal de YPF para obtener en el próximo trienio unos 37.000 millones de dólares para explotar los hidrocarburos no convencionales, cuya importancia anticipa el yacimiento de “vaca muerta”
Pero no solo se trata de capitales con disponibilidad de inversión, cuyos primeros anticipos aparecieron en los acuerdos con Chevron por 1.000 millones de dólares y en conversaciones con la petrolera China asociada a los Bulgheroni en Argentina, sino de la opinión de la sociedad relativa al uso de tecnología destructora del medio ambiente. En ese sentido se destaca la reciente decisión unánime asumida por el Concejo Deliberante de Cinco Saltos, la primera en ese sentido, para no permitir la técnica de la “fractura hidráulica” en la extracción de hidrocarburos, una tecnología imprescindible para extraer el shale-oil y el shale-gas.
El agradecimiento de Cristina Fernández a Hugo Chávez en Cuba se asocia a la cooperación solidaria venezolana en provisión de combustible y financiamiento en momentos en que el sistema mundial castigaba a la Argentina por la cesación de pagos. Quizá, junto al gesto de reconocimiento bien valdría involucrar a la Argentina en la propuesta de constituir Petroamérica, un proyecto de soberanía energética integrada del sur para hacer efectivo el “derecho de los pueblos a la energía”. Ello podría suponer la des-mercantilización de la producción y circulación de energía, a contramano de las negociaciones con las transnacionales que hoy encamina la YPF de gestión estatal luego de la expropiación parcial.
Inflación
El contraste del verano pasa por el éxito turístico y los límites del consumo de millones de personas con exiguos ingresos. Siendo generosos puede dividirse a la población en tres partes, en una de las cuales no impactan el incremento de los precios y puebla los centros de turismo, las rutas, la gastronomía y la hotelería en estos tiempos de vacaciones. Muy distinto ocurre en el tercio de menores ingresos, con dificultades serias para satisfacer necesidades alimentarias, de salud, educación o recreación, incluidas aquellas de orden vacacional. El tercio que media oscila entre las posibilidades del goce turístico y las limitaciones de los más necesitados.
Pero más allá de turismo y vacaciones, donde la Presidente pidió a los empresarios que “cuiden a los turistas”, en un mensaje a morigerar los precios, el tema afecta a las negociaciones salariales, que expresaron los conflictos de fines del 2012 y anticipaban la confrontación de los próximos días entre salarios y ganancias en tiempos de crisis, o de desaceleración económica vivida el pasado año.
El tema se dirimirá en la capacidad que tendrán empresarios y trabajadores para imponer sus precios, y en ese marco la política oficial, que por un lado remite a restringir la demanda de actualización salarial y a generar sujeto propio en los gremios empresarios y de trabajadores.
Hasta ahora fue infructuoso el camino de construir “burguesía afín”, menos aún desarrollar un agrupamiento empresarial que responda a los objetivos de la política económica y el “modelo”. Los empresarios y sus centrales apropian las ganancias pero retacean identificarse con un proyecto que no sienten como propio.
En el campo sindical, el gobierno también pretende un sindicalismo propio, dificultado últimamente por las aspiraciones de Hugo Moyano y la CGT. No termina de cuajar la estrategia disidente en las principales centrales sindicales, CGT y CTA, y pueden existir nuevas rondas de constitución de agrupamientos sindicales funcionales a la estrategia de visibilizar un sujeto proclive a sustentar entre los trabajadores el modelo.
El sujeto “económico”, empresario y trabajador ha sido y es la clave irresuelta para entender la iniciativa política gubernamental en esta década. Si algo promueve el kirchnerismo es iniciativa política para constituir sujeto político de apoyo a la gestión, medido con el éxito que supo pasar del 22% de consenso electoral al 54% entre 2003 y 2011.
Pero una cosa es el sujeto político para cualquier proyecto, un problema que también tienen las oposiciones, a derecha e izquierda del gobierno, y otra muy distinta es constituir un sujeto económico para la construcción consciente del “capitalismo nacional”, e incluso de una propuesta alternativa, anticapitalista o socialista.
Inserción internacional y tipo de cambio
El problema es el capitalismo su crisis actual y los desafíos para superarla, lo que supone discutir los rumbos para el desarrollo, capitalismo o socialismo en viejo y necesario lenguaje, como las sociedades necesarias para su materialización, en el G20 o con los vecinos en Nuestramérica, y dentro de ellos con quiénes y hacia dónde.
Argentina diversificó relaciones en la última década y hoy se verifica con el viaje presidencial a los Países Árabes, Indonesia o Vietnam, como antes a Azerbaiyán u otros países del continente africano. No hay dudas que la novedad en estos años es el creciente comercio y sociedad económica con China.
El problema es el rumbo civilizatorio que define la política de gobierno y con quienes se materializa el esfuerzo por un nuevo mundo. Ante la crisis capitalista, productiva, financiera, alimentaria, energética, monetaria, climática o medio ambiental, sistémica, o estructural, el interrogante pasa por la subordinación a las divisas y el sistema mundial o la habilitación de caminos de ruptura.
La ruptura supone la salida ya del CIADI y la denuncia de los tratados bilaterales de inversión, en el camino asumido por otros países vecinos. También implica nueva estrategia en materia de endeudamiento para realizar la demorada auditoria e investigación de la deuda y mientras suspender los pagos. Es un camino a transitar en conjunto con otros países y asociar la capacidad financiera de las reservas internacionales, las divisas, para usos alternativos y de transformación social, algo que facilitaría la lucha integrada contra la especulación financiera y el ataque a las monedas locales.
Uno de los problemas del país y la región es que hacer con las reservas, con la acumulación de divisas. Es decir, quien y para qué se usan. Si se ratifica un sistema que privilegia la acumulación de riquezas, ganancias y poder monopolista, lo que habilita la apetencia por el ahorro en divisas y la fuga de capitales para el caso argentino, o si se destinan esas reservas para un uso que encamine un proceso de transformación social con eje en satisfacer amplias necesidades populares.
Buenos Aires, 12 de enero de 2013