Milei está jugado ideológica y políticamente a la ilusión del librecambio

El gobierno de Javier Milei está jugado en su razonamiento liberal a ultranza sustentado en su corta campaña política, como comentarista de los medios y redes hasta llegar a la presidencia. Ahora desde el gobierno empuja la desregulación, y lo hace desde una fuerte intervención estatal, aun cuando sustenta un discurso crítico hacia el Estado. Es el Estado el que dispuso la devaluación de diciembre pasado, de 400 a 800 pesos por dólar y junto a ello, la “libertad” de establecer precios a quienes pueden hacerlo. Más aún, ahora, el Estado convoca a los supermercaditos para que bajen los precios, es decir, desde una crítica discursiva al Estado, el Estado interviene para que las cosas sucedan como las imaginan los ultra-liberales. Un Estado que restringe los ingresos populares porque frena las actualizaciones de salarios, jubilaciones y planes, que reorienta recursos restringiendo subsidios tendientes a satisfacer derechos sociales de alimentación, salud, educación, energía, transporte, entre otros. Un Estado que acapara el crédito vía un sistema financiero y un mercado de capitales al servicio del sostenimiento del orden capitalista. Milei no es el primero que sostiene la “libertad de mercado”, ni el último, pero convengamos que se trata de un imposible histórico sustentado teóricamente desde cuando la burguesía incipiente luchaba contra las restricciones impuestas por el Estado pre-capitalista. El “librecambio” fue la categoría esencial de la naciente Economía Política de los originarios de la disciplina en el siglo XVIII, quienes combatían las normas y el control de las relaciones económicas previas a la extensión de las relaciones monetarias y mercantiles. Podemos ver en el programa de mayo de 1810 la reivindicación por el libre comercio, en contra de las restricciones impuestas por el régimen colonial y el virreinato. La constitución de 1853 se asienta en la defensa de la propiedad privada de los medios de producción, una condición esencial del régimen del capital. Esa “libertad” es una ilusión sustentada en un imaginario social de la dominación que se basa en la apropiación privada del producto social del trabajo y la exclusión de la mayoría social del uso y propiedad de la tierra, proceso concretado con los cercamientos de los suelos en una dinámica asociada al desarrollo del orden capitalista. La acumulación originaria del capital y su desarrollo hasta nuestros días muestra la dinámica de la dominación y apropiación de los bienes comunes, la tierra esencialmente, y del producto del trabajo social. El Estado “capitalista” y sus fuerzas de seguridad y armadas fueron y son esenciales al respecto, y como muestra vale la “campaña” sobre la Patagonia en el Siglo XIX, e incluso hoy, para “normalizar” la situación social en el país se requiere de “protocolo” contra la resistencia y las movilizaciones, o el desplazamiento de “fuerzas” a Rosario para limitar el accionar narco. Milei es síntesis de un programa ideológico propagandístico sostenido desde los medios y las redes para instalar en el imaginario social la “necesidad” de un “cambio”, en el mismo sentido en que se inspiró el programa de Martínez de Hoz o el de Cavallo, ideólogo supérstite desde su desembarco en el BCRA de 1982 o su paso por gobiernos peronistas y radicales y ahora el soporte teórico y político al gobierno ultra liberal. Ese “programa” de cambio fue comprado por buena parte de la sociedad argentina, especialmente de aquellos a los que la tradición política de la “grieta” pos 2001 no daba respuestas de fondo, en el sentido de una reproducción (aceptable en términos de bienes y servicios) de la vida cotidiana. Llevar adelante el programa de “mercado” requiere desandar un camino más que centenario de orden económico y social, un proceso en curso desde hace casi medio siglo, inaugurado con el “rodrigazo” de 1975 y potenciado desde la genocida dictadura. Un proyecto que dio un gigantesco salto en los 90 y que intentó profundizarse con Macri. El tiempo transcurrido y las “no” soluciones, juega a favor de quienes “imaginan” salidas inmediatas desde una concepción individualista, lógica esencial sustentada desde el libre cambio y el pensamiento esencialista de la ortodoxia anarco-capitalista de Milei. Asistimos al tiempo del “desandar”, por lo que hay que desmontar años de reglas y normas de funcionamiento, incluso de los mecanismos que aportan a la acumulación de grandes grupos económicos, subsidiarios de una asociación de su actividad con el Estado. No solo se trata de desmantelar lo constituido recientemente, sino retroceder más de un siglo, antes del régimen democrático inaugurado en 1912 con la Ley Sáenz Peña, tiempos de dominación oligárquico imperialista. Luego vendría el tiempo de la “creación” del nuevo tiempo liberal. No solo es una utopía imposible e inexistente en la historia, sino que lo principal se juega en los consensos sociales, afectados por la inflación y la recesión, e incluso con tendencias a la baja del alza de precios, algo que está por verse. En rigor, en el debate actual, no alcanza con la crítica al imposible imaginario del gobierno Milei, sino que se requiere construir un nuevo imaginario sobre el presente y futuro de la sociedad argentina, que pensamos más allá de la lógica monetario mercantil existente. Por eso, la convocatoria es a pensar en la des-mercantilización en aras de un orden sustentado en derechos esenciales y cuidado de la naturaleza. A una lógica imposible de exacerbado “mercado”, intentar el desafío de un rumbo asentado en la solidaridad, la autogestión económica, el trabajo comunitario, en defensa de la vida y la naturaleza. Un programa a construir para desafiar la ofensiva capitalista que experimenta en territorio nacional nuevas formas de resucitar globalmente la explotación y el saqueo. Buenos Aires, 12 de marzo de 2024

Los cambios políticos en el poder y el contrapoder

Mientras se especula que dirá Milei en la inauguración del año legislativo, me animo a decir que reiterará la esencia de lo dicho en su carrera preelectoral como panelista de TV y en redes sociales; en su campaña para diputado porteño en 2021 y para presidente en 2023; tanto como el discurso de su asunción del 10/12/23; o lo enunciado en Davos en el FEM y recientemente en la cumbre conservadora en EEUU. El eje es la reformulación del orden capitalista en el país y que eso sirva como ejemplo para el mundo. Lo que ensayaron los “chicagos boys” desde el 73 dictatorial en Chile, a modo de ensayo, puede servir de referencia para pensar el presente y el futuro deseado para el mundo capitalista por los ultras liberales encarnados por el presidente argentino. Con esos discursos viene sumando consenso a un programa de liberalización deseado por el gran capital, local y global. Ello requiere de una fuerza política de consenso social mayoritario en la tradición de la “derecha” argentina, que supo ser conservadora y minoritaria, que gobernó desde el “fraude” y que necesitó de los golpes militares entre 1930 y 1976 para gobernar, pero que también se adaptó al “republicanismo” y empezó a ganar elecciones en 2015, incluso previamente a sumarse al proyecto peronista liderado por Carlos Menem en los 90, o al radicalismo de Fernando de la Rúa en los finales de la convertibilidad. Cambia la forma del ejercicio de la política de los sectores que definen al poder. La tradición “democrática” del capitalismo realmente existente en el país, que empezó a construirse bajo gobiernos constitucionales luego de la Ley Sáenz Peña, desalojó del gobierno a las formas tradicionales del poder local, quienes retomaron sucesivamente el gobierno desde las “dictaduras” y condicionando todo lo que podían a los gobiernos emergentes de procesos constitucionales. Esas idas y vueltas parecen haber encontrado la forma política adecuada para sintonizar al poder con el gobierno, dicho esto mas allá de desconfianzas de las cúpulas empresarias en el personaje en la casa de gobierno. El poder oligárquico imperialista que definió la hegemonía del capitalismo local hacia 1880, se siente en capacidad de cerrar un ciclo histórico, eliminando derechos conquistados por las clases subalternas. ¿Una revancha histórica? Más que eso, se trata de reformular el orden capitalista local y global en tiempos de crisis y restablecer una lógica de ganancias concentradas que requiere amplio consenso, incluso de los perjudicados. Por eso debe pensarse en la respuesta social ampliada, no para rescatar lo existente, sino para frenar la ofensiva conservadora y liberalizadora, excluyente y por más explotación y saqueo y construir un nuevo tiempo de la forma política popular, articulando todas las tradiciones de resistencia desplegadas desde la constitución de la Argentina como una Nación con pretensión autónoma. Toda la experiencia de organización y lucha popular es necesaria. Nadie debe quedar afuera, pero se requiere una gran voluntad por sumar en una estrategia compartida un cúmulo de reivindicaciones democráticas construidas por el movimiento popular y definirlas en un proyecto político que confronte con la lógica capitalista y se proponga un rumbo de construcción de la vida cotidiana asentado en lo comunitario, lo solidario, la autogestión y la cooperación, en contra y más allá del capitalismo. Diga lo que diga el 1/3 en el Congreso, el desafío será construir la alternativa política popular. Buenos Aires, 1 de marzo de 2024

Disputa del poder en la cúpula

Disputa del poder en la cúpula Por Julio C. Gambina Existe una importante crisis política por arriba para dirimir el liderazgo del bloque en el poder mientras la dinámica popular construye la resistencia a la ofensiva ajustadora del gobierno de Milei y sus aliados, más allá de las disputas. El bloque de poder se reorganiza en el marco de la crisis capitalista. La desaceleración con perspectivas de recesión mundial tiene su especificidad local empujada por la política de austeridad de Milei. La inflación elevada deliberadamente por la devaluación en origen del gobierno (dólar de 400 a 800 pesos) más liberación de precios contribuye a la generación de miedo de la población empobrecida y a aceptar, por ahora, las restricciones de un brutal ajuste sobre los ingresos populares. A la inflación se suma la recesión con impacto en desempleo, baja de actividad económica y consumo. Más temor y condiciones para exacerbar el ajuste y la regresiva reestructuración. El enfrentamiento del gobernador de Chubut con el Presidente es una discusión al interior del poder, no solo es una cuestión política entre las derechas de LLA o del PRO, sino de los intereses detrás de los sellos políticos. Una disputa que arrastra a sectores sociales detrás de proyectos ajenos, regresivos, bajo la bandera de la soberanía de las provincias, restituida por la reforma constitucional del 94, producto del pacto PJ-UCR. Las petroleras deciden no continuar con inversiones en hidrocarburos convencionales, base de la producción y exportación desde Chubut y se orientan a la nueva meca de las ganancias en Neuquén y el yacimiento de vaca muerta. El objetivo apunta a potenciar el sesgo primario exportador del modelo de acumulación hegemónico en el país. La ganancia y su acumulación prima en las decisiones del capital. Milei sabe que su éxito está en un discurso crítico a la política tradicional y por eso insiste en que el problema es la casta. ¿Qué es la casta? Todo aquello que obstaculiza el objetivo de liberalización a ultranza, a favor de la propiedad privada y la libertad de mercado, o sea, de los inversores privados. Ese fue el eje de su campaña, de su discurso inaugural y reiterados en toda entrevista y posibilidad de comunicación; en Davos en el FEM y recientemente en la cumbre de acción política conservadora en EEUU, abrazo y compromiso mediante con Donald Trump. Milei juega a todo o nada, no sabe actuar de manera distinta. Reconoce su ausencia de partido y de poder institucional o territorial, por lo que fuerza la máquina para hegemonizar la reconversión reaccionaria del capitalismo local, más allá de burocracias de derecha, en los partidos o en los medios de comunicación. Hasta ahora parece funcionar y deja sin discurso a sus aliados, a quienes quiere subordinar, tal como ya hizo con aquellos cooptados a su gestión, caso de la fórmula presidencial de Cambiemos, o destacados funcionarios del Frente de Todos. Bloque popular El problema está en la sociedad y un consenso político más allá de los votos conquistados en agosto, octubre o noviembre del 2023. El movimiento popular está desarrollando variadas iniciativas de confrontación, desde el inicio del gobierno Milei, con el paro nacional y movilización del 24E y la multiplicidad de jornadas de luchas que se suceden desde entonces a los conflictos gremiales desatados en el presente, de docentes, de estatales, de portuarios, entre otros. Pero también en inter-sindicales, multisectoriales, asambleas barriales y variadas formas de articulación para frenar el ajuste y las regresivas reformas estructurales en materia laboral, previsional o en privatizaciones. Lo que debe reconocerse es que, así como en el bloque de poder hay debate político sobre quien dirige y en ese sentido, Milei lleva la iniciativa ideológica política hasta el paroxismo, en el movimiento popular existe ausencia de alternativa política. Existen distintos proyectos políticos en ese reagrupamiento del movimiento popular y actúa desde el peronismo y sus distintas fracciones (en ese sentido está el documento de Cristina Fernández), como en la izquierda, lo que involucra a los partidos con representación institucional y un amplio abanico de construcciones políticas que articulan con aquellas, con diferencias y matices y voluntad de construir nueva identidad de izquierda para la disputa de poder, incluso con voluntad de ampliar la participación institucional. El abanico de la izquierda se incluye en movimientos sociales, sindicales, territoriales, culturales, de intelectuales, en un amplio espectro de perspectiva anticapitalista, atravesada por los feminismos populares y el ambientalismo en su diversidad, especialmente los que luchan contra el régimen del capital y su lógica de saqueo. Reagrupamientos en la disputa de poder Son tiempos de desafíos políticos en la reestructuración de los bloques que disputan poder. Por arriba está claro quiénes son los sujetos que le ponen nombre a la discusión por la hegemonía. Está pendiente la cuestión por abajo, lo que se define en la dinámica de organización y lucha del pueblo, tanto como en la crítica al capitalismo actual y la orientación de una estrategia de poder en contra del régimen del capital, una ausencia de época en la etapa actual del capitalismo. Buenos Aires, 26 de febrero de 2024

Crece el horizonte del conflicto. ¿Perspectivas de revolución?

La caída de la actividad económica y especialmente de los ingresos populares augura un crecimiento de la conflictividad social, especialmente de la huelga general. En los cursos de economía se enseña que el Ingreso (Y) es igual al Producto (P), es decir, que el PBI se iguala con los ingresos de la población, sean salarios, ganancias o rentas. La disminución del P y de los Y no es igualitaria. En efecto, la distribución del Y es desigual y las estadísticas del INDEC destacan que el crecimiento económico, del P en 2022 y 2023 no se distribuyeron equitativamente, si no que hubo una transferencia de ingresos desde los salarios a las ganancias. En el mes de diciembre, según fuentes oficiales el índice del empleo estable, el RIPTE, bajó un 17,2%, expresión de la pérdida de ingresos de salarios, jubilaciones y planes sociales. Según informa MATE, colectivo intelectual de Rosario, las trabajadoras y trabajadores perdieron 1,6 billones de pesos de sus ingresos, lo que implica una pérdida de 1,1 billón en el ingreso de bolsillo, una merma en la recaudación tributaria del orden de los 390 mil millones, una reducción de la recaudación de obras sociales por 109 mil millones y menor contribución a los sindicatos por 24 mil millones. Lo que se pierde de ingresos populares se gana en el ingreso empresario, sean ganancias o rentas. El tema es similar en todas las áreas de ingreso populares. El salario promedio es equiparable a la situación del 2001/02, del mismo modo que la jubilación mínima se encuentra en esos registros históricos de deterioro. El Consejo del salario no llegó a ningún acuerdo, ya que las centrales sindicales propusieron un 85% de actualización, para llevar el mínimo a 288.000 pesos mensuales. Las patronales no acordaron ni propusieron alternativa para la negociación y el gobierno hizo mutis por el foro y según se informa lleva el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) a 202.000 pesos por mes desde marzo, un 30% de actualización, por debajo de la inflación sufrida por la población empobrecida. El 50% del SMVM es base para el plan potenciar trabajo y el 82% de ese monto es la jubilación mínima, de allí su importancia, además de referencia para toda negociación salarial. Desde el gobierno se anticipa que no convocará a paritarias a los docentes, negando la negociación colectiva, espacio para ejercer la “libertad de discusión salarial” de trabajadores y trabajadoras. Eso demuestra la restricción de la libertad de fijar precios solo a quienes desde posición de poder pueden sumar precios. Trabajadores y trabajadoras estarán limitados de luchar por el precio de la fuerza de trabajo al negarse los espacios de discusión de esos ingresos, base para intervenir sobre el conjunto de los ingresos populares. Paro nacional y horizonte transformador La respuesta solo se resuelve desde la huelga general, anunciada desde las centrales de trabajadores y trabajadoras, en el camino del 24E y que ya aparece con fecha antes de fines de febrero, según los resuelto por el plenario de estatales del 15 de febrero pasado, con el aval de 40 organizaciones sindicales del Estado y de las empresas públicas, de jubilados del sector y articulaciones sociales diversas. Crece la conflictividad sobre la base de un descontento social ampliado por la carestía de la vida, la consecuente reducción del consumo popular por la baja de los ingresos, constituyendo el punto de sostén de una protesta diversa que convoca a la organización de inter-sindicales y multisectoriales, de asambleas populares que empiezan a definir, sin claridad de dirección política un rumbo de confrontación con la política oficial. En rigor, ocurre un debate sobre la hegemonía en el movimiento popular, entre quienes reiteran hegemonías previas y la búsqueda de nuevos rumbos, incluso más allá de la confrontación de corto plazo y que defina una nueva hegemonía en la base social para una disputa por otro orden socioeconómico más allá del capitalismo. La derecha se reorganiza bajo la hegemonía de Milei y el liberalismo exacerbado, si es que su proyecto avanza, mientras, en la oposición se habilita un debate sobre el rumbo. Hay quienes imaginan un “capitalismo reformista”, con distribución del ingreso sin cambiar las relaciones de producción, que se definen políticamente en el “centro”, con base en la tradición de gobiernos constitucionales por décadas, incluso algunos proyectos que intentan superar las agrupaciones tradicionales, sea de la lógica bipartidista o de las dos coaliciones que definieron la política luego de la crisis del 2001. En la izquierda existe una presencia institucional, cuyo peso importa a la hora de la denuncia, y un conjunto fragmentado de organizaciones sociales, culturales y políticas, incluyendo personalidades que actúan en espacios intelectuales, artísticos o culturales diversos, que animan el espacio de la búsqueda por regresar horizontes anticapitalistas, socialistas, comunistas, de autogestión y organización económico social comunitaria, sin fin de lucro y por otro orden. En este ámbito existe un importante debate ante la oportunidad de la reorganización de la derecha y el desconsiento de la tradición centrista, para constituir una propuesta política alternativa y que dispute consenso en la sociedad para un rumbo no solo alternativo a la propuesta oficial, sino uno que actúe y contribuya a la necesaria animación de propuesta de liberación en el país, la región y el mundo. La crisis capitalista empuja más liberalización y es lo que encarna el gobierno Milei. La izquierda global no tiene estrategia conjunta que se exprese en un imaginario colectivo tal como se visibilizó por décadas desde el Manifiesto Comunista, la Comuna de París o la revolución en Rusia. Más allá de matices, el rumbo por la revolución definía el Siglo XX. ¿Es posible reinstalar una perspectiva por la revolución en el Siglo XXI? Una parte de los debates en el amplio espectro de la izquierda diversa transita la discusión por reinstalar un imaginario de confrontación con el capitalismo y sus consecuencias actuales en la destrucción del ambiente o el crecimiento de la desigualdad y la amenaza sobre la vida y la naturaleza. Buenos Aires, 19 de febrero de 2024

Déficit cero más desregulación en camino a la dolarización

En un informe oficial de fines de enero pasado se menciona que: “El Ministerio de Economía refuerza su compromiso de alcanzar el equilibrio fiscal financiero en 2024, como punto central de un programa económico orientado a estabilizar la macroeconomía y generar las condiciones para un crecimiento sostenido del empleo.” Queda claro que eso se logra: a) disminuyendo sustancialmente la transferencia de fondos discrecionales a las Provincias, “mejorando” las cuentas públicas nacionales e induciendo un “ajuste federal”; b) eliminando los subsidios al transporte público de pasajeros a provincias y disminuyéndolos en zona metropolitana, cargando ese costo en los presupuestos provinciales, con ingresos disminuidos por merma en la coparticipación y la recesión económica que afecta a todo el territorio nacional (medida que puede redundar en limitaciones o eliminación del servicio de transporte en localidades sin capacidad de sustentar el servicio público de transporte); c) no transfiriendo los fondos de incentivo docente, haciendo peligrar el inicio de las clases, según manifiestan los propios gobernantes de provincias. Lograr el fin de déficit fiscal se explica también por la no entrega de alimentos a los comedores y muy especialmente con la licuación de las jubilaciones y los salarios estatales. En este sentido, el INDEC informa que, a diciembre del 2023, los salarios tuvieron una variación porcentual del 8,9%, contra una inflación minorista del 25,5%. Pero, en ese marco, si los salarios privados registrados se actualizaron al 11%, los del sector público lo hicieron al 5,5%. Mientras que la inflación minorista del 2023 que alcanzó el 211,40%, los salarios privados regularizados tuvieron una variación del 165,8% y los salarios estatales del 148,6%. El ajuste fiscal, promesa de campaña electoral se está cumpliendo restando recursos a las provincias, y descargándose sobre el empleo público y las partidas del gasto social, que en definitiva se traslada como deterioro de las condiciones de vida de la población más empobrecida. El Ministro de Economía señaló que al no aprobarse la Ley de “Bases y Puntos de Partida para La Libertad de los Argentinos” (ómnibus), el ajuste fiscal deberá incrementarse. En efecto, la idea del déficit cero suponía una mejora del ingreso fiscal, especialmente tributario, en un 2,1%, lo que se suponía venía del blanqueo de capitales, la moratoria tributaria y la disponibilidad de alícuotas incrementadas de impuestos, sin efecto al caerse el tratamiento en las extraordinarias legislativas. Por eso, si la idea era reducir el gasto un 2,9%, ahora debe bajarse más al gasto para compensar la insuficiencia de ingresos fiscales previstos, más aún cuando no se podrá avanzar, por ahora con las privatizaciones de empresas públicas. Con el profundo ajuste fiscal, paralización de la obra pública mediante y ña creciente recesión producto de la caída de la actividad económica, producción y circulación de bienes y servicios, el gobierno busca que la inflación disminuya del pico del 25,5% de diciembre. Así mostrará “sus logros”: bajar el déficit y la inflación, claro que primero duplicó el índice minorista de noviembre a diciembre, y luego bajará…¿a cuánto? Incluso, a qué costo social, en caída de ingresos populares y satisfacción de amplias necesidades alimentarias, sanitarias, educativas. Devaluación del peso y rumbo para la dolarización Pero los logros que se registran son también monetarios y entre ellos sobresale que, derivado de la devaluación, el BCRA disminuyó el pasivo en pesos y acumuló reservas por 7.000 millones de dólares contra una base monetaria de 8.000 millones de dólares según Milei. Son declaraciones del Presidente ante la sugerencia de Forbes para acelerar la dolarización. En efecto, Steve Forbes, editor y nieto del fundador de la revista Forbes, elogiando y apoyando a Milei, especialmente por su intervención en Davos, destacó que “si no dolariza no tendrá éxito”. El camino de la dolarización empezó con la devaluación, confirmando el operativo tendiente al uso de los dólares del colchón o en cajas de seguridad, evidente en el gasto turístico de este verano, especialmente al exterior, incluso de pequeños ahorristas que compensan el gasto mensual liquidando sus tenencias de divisas ahorradas. Pero también desde el BCRA y la operatoria con el BOPREAL, el “Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre”, que dolariza los pasivos del Banco Central y tras su primera colocación de una serie por 5.000 millones de dólares empieza a ser atractiva para inversores, especialmente puesto de manifiesto con la compra realizada por el Fondo Black Rock. Bienvenidos los buitres, pareciera ser la onda de los financistas en la gestión del gobierno de la Argentina. Milei dice que estamos cerca del objetivo de la dolarización, ahora planteado para el 2025, en el camino de Menem y Cavallo, sus referencias políticas de la Argentina reciente. Lo que debemos recordar es el final de esa experiencia en el 2001, con una pueblada derivada de una pobreza acrecida que quedó como fenómeno estructural del país actual, un fuerte desempleo como consecuencia de una actividad achicada, orientada como proveedora de bienes primarios bajo la lógica subordinada de la dominación del capital externo en una dinámica transnacionalizada de la economía local. El problema es el consenso electoral que anima el ajuste, la devaluación, la desregulación económica, la libertad de comercio y para establecer precios, que está en la base del avance de una reaccionaria política económica, y que aun con importante resistencia no perfora aún el aval de los votos, por lo que el problema, más que económico es político. La dolarización y el ajuste podrá pararse si se logra articular una propuesta política que no pretenda retomar tendencias estructurales del capitalismo local de los últimos años, sino precisamente una dinámica económica y política de cuestionamiento al régimen del capital. Claro que no es sencillo, pero la voluntad del voto en el 2023 está más en el rechazo a lo existente y en la expectativa de soluciones a futuro prometidas con la liberalización de la economía y el crecimiento de la productividad para luego distribuir en beneficio de la sociedad. Una proclama jamás evidenciada en la historia del capitalismo y que el fracaso de las experiencias anticapitalistas no impide la reiteración de la crítica al orden vigente y la búsqueda de nuevos ordenes civilizatorios. Buenos Aires, 13 de febrero de 2024